martes, 17 de abril de 2012

El Gobierno argentino nacionaliza el 51% de YPF

Después de varios días de rumores, la amenaza del Gobierno argentino se ha cumplido: ha expropiado el 51% de YPF, propiedad hasta ahora de la española Repsol. En una decisión sin precedentes, y que rompe la seguridad jurídica en Argentina, la presidenta del país latinoamericano, Cristina Fernández de Kirchner, ha anunciado la privatización de la filial de Repsol. De hecho, funcionarios argentinos han procedido al desalojo de la sede principal de YPF esta misma tarde.

La presidenta argentina ha justificado la decisión por lo que según ella ha sido una "reiterada" falta de inversión por parte de Repsol, incumpliendo su compromiso con el Gobierno argentino. Un extremo que los responsables de la compañía española siempre han negado. El propio presidente de Repsol, Antoni Brufau, se desplazó la semana pasada a Buenos Aires para intentar reunirse con la presidenta. Cristina Fernández no llegó a recibirle.

Según Fernández, Argentina "es el único país de América y casi del mundo que no maneja sus recursos naturales". Y asegura que durante 2010, el país se vio obligado a importar combustible por valor de 10.000 mllones de euros.

Cómo va a afectar esta decisión a las relaciones diplomáticas entre España y Argentina todavía no está claro. De momento, el Gobierno español, reunido en gabinete de crisis, ha anunciado a través de los ministros de Exteriores y de Industria que en los próximos días tomará "medidas claras y contundentes". De entrada, se va a pedir una toma de posición por parte de la UE.

España es el principal inversor extranjero en Argentina, con unos 18.000 millones de euros. Hay una docena de grandes empresas españolas en Argentina. En total, más de 400 empresas españolas operan en el país latinoamericano.
En el caso de Repsol, la mitad de su explotación energética la realizaba en Argentina y de ahí provenía un tercio de su beneficio. La compañía energética ya ha anunciado acciones legales contra esta expropiación.

La privatización de YPF, durante muchos años joya de la corona del sector energético argentino, se llevó a cabo en 1999 bajo la presidencia de Carlos Menem. Un presidente que tuvo una acusada tendencia a privatizar empresas estatales. En este caso, YPF se encontraba en una situación económica no muy boyante y, además, eran los tiempos del Consenso de Whasington, por el que el FMI y el Banco Mundial marcaron una claras directrices a Argentina que Menem siguió sin oponerse. Un sector de la clase política argentina, aunque en ese momento votaran a favor de la privatización de YPF, siempre soñaron con recuperar la empresa para el Estado argentino. Entre ellos, el malogrado expresidente Néstor Kirchner (entonces gobernador de la provincia de Santa Cruz) y su esposa, la actual presidenta Cristina Fernández, en aquellos tiempos senadora.

1 comentario:

  1. La expropiación de YPF llevada a cabo por el Estado y las provincias argentinos se puede entender e incluso justificar desde el punto de vista de la importancia que tienen hoy en día los recursos naturales, sobre todo, los hidrocarburos. Sin embargo, llevar a cabo una operación como la realizada puede tener sus efectos sobre la economía argentina. Están claros los benefiicos, pero las consecuencias (incluso sin tener en cuenta las compensaciones que va a tener Repsol y que habrá que esperar en qué quedan) pueden ser devastadoras para la sociedad argentina desde punto de vista de la inversión extranjera directa en el país. Si España, principal inversor extranjero en el país latinoamericano, (y se espera que la UE) toma medidas en este sentido, Argentina puede ver reducidas algunas magnitudes económicas considerablemente. Y, si se mira, el sector privado, lo que ha quedado claro es que las empresas tienen que andar mucho ojo con quién hacen negocios y en quién confían. La estabilidad jurídica e institucional argentinas han quedado en entredicho. La confianza se tarda en construir pero se rompe en un segundo. Con una sola operación, Argentina ha conseguido que el sector privado mundial deje de confiar en su sociedad y su gobierno.

    ResponderEliminar