viernes, 18 de mayo de 2012

Infraestructuras, el lastre al crecimiento de América Latina


El déficit de infraestructuras en buena parte de los países latinoamericanos impide conseguir más competitividad y complica el futuro de algunas de estas economías

Mientras Europa y EE.UU. aún convalecen por la crisis, América Latina logró en 2011 un crecimiento del 4,3% según los datos del Banco Interamericano de Desarrollo, en línea con los avances del PIB previstos para la región a corto y medio plazo. Sin embargo, una amenaza se cierne sobre ese desarrollo: el déficit de infraestructuras.
Ya lo advertía recientemente la Organización para la Cooperación y el Desarrollo (OCDE). «Las infraestructuras son un importante cuello de botella para la sostenibilidad del crecimiento, la competitividad e incluso la equidad en América Latina. La región presenta brechas elevadas no sólo con respecto a los países de la OCDE, sino también a economías emergentes de Asia y otras regiones del mundo». Es cierto que en las últimas décadas la dotación de infraestructuras de Latinoamérica ha mejorado ligeramente, pero menos de lo debido. Eso ha incidido de manera preocupante en la productividad y constituye una amenaza muy seria para el futuro.
En sus informes, el Banco Mundial también analiza el retraso latinoamericano en obras de gran calado.  Existe una dependencia exacerbada del transporte por carretera, y eso sucede cuando la mitad de las vías está sin pavimentar. El transporte ferroviario presenta peor situación aún: un  informe de Solchaga Recio & Asociados recuerda que el volumen de transporte a través de este medio se ha reducido desde  1990. Entonces, la región superaba el promedio global en pasajeros por kilómetro y desde entonces ha caído a la mitad. Con el transporte aéreo las cosas no van mucho mejor. Se ha incrementado más de un 200% el número de pasajeros y de toneladas de carga, pero los aeródromos conviven  con deficientes sistemas logísticos, una reglamentación inapropiada y un desarrollo escaso de los servicios. Con los puertos, a excepción de los chilenos, sucede lo mismo.
¿Y a qué se debe este déficit? El esfuerzo inversor siempre ha sido insuficiente. El sector público ha pasado de invertir aproximadamente el 3% del PIB a este capítulo en los años '90 a no destinar, como media, más del 1% ahora. Eso se ha debido de forma fundamental a un mayor control sobre las finanzas públicas, fruto de las crisis de los '80, y siempre con el elevado nivel de endeudamiento como grandes fantasmas.  El peso inversor público ha destacado más en países como Chile y Brasil.
El sector privado, mientras, sí ha incrementado posiciones, y ahora destina también a infraestructuras en torno al 1% del PIB, sobre todo gracias a su aportación en países como México y Colombia. Pero, ¿por qué no ha tenido una mayor participación? La OCDE, en su informe Perspectivas Económicas de América Latina 2012, apunta numerosas razones: el poco rigor en las fases de proyectos de inversión; un sesgo político favorable a nuevas obras y no al mantenimiento; problemas de regulación de las concesiones (reparto ineficiente de riesgos o renegociaciones oportunistas); o gestión poco eficaz de las empresas públicas..
Hay una cosa clara: invertir en obra pública favorece la competitividad, y una apuesta en este ámbito en Latinoamérica incidirá en mayor crecimiento del PIB. BBVA Research cree que el coste de oportunidad de no invertir en esta área representará una pérdida equivalente al 66,5%  del PIB en promedio en Chile, Perú, México y Colombia.
Dado que el sector público ha de vivir pendiente del buen estado de sus cuentas (el ejemplo europeo cunde), las infraestructuras suponen una gran oportunidad para la empresa privada. Ahora todo depende de su valentía (algunas compañías españolas como OHL, Acciona, Sacyr o ACS ya la han demostrado) y de la pericia de los gobiernos latinos  para modernizar su legislación y captar y canalizar con acierto la inversión exterior. 

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