viernes, 25 de mayo de 2012

América Latina busca más inversión en energía

La abundancia de recursos naturales contrasta con el  escaso desarrollo del sector. El capital privado, posible solución.

América Latina y el Caribe constituye una región rica en recursos energéticos como hidrocarburos, energía hidroeléctrica o biocombustibles. Pero esta riqueza está desigualmente distribuida. Aproximadamente 40 millones de personas, según las estimaciones del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), carecen de acceso a los servicios modernos de electricidad, y las importaciones de combustible consumen un porcentaje cada vez mayor de los presupuestos de los países más pequeños.

Los indicadores arrojan cifras crecientes de demanda de energía, respaldadas en un mayor consumo en las empresas y por parte de amplios segmentos de la población, que van saliendo de la pobreza para incorporarse a la clase media. Esa demanda en aumento está incentivando nuevas inversiones para expandir la capacidad de los sistemas energéticos y eléctricos  y dotarlos de mayor seguridad y eficiencia (otro área en el que hay mucho camino que recorrer).

Al margen, la explotación de nuevas fuentes de energía (más allá de la hidroeléctrica o la geotérmica, que copan gran parte de la producción hasta el momento) abre las posibilidades del futuro inversor. El terreno de las energías renovables es el más apetecible, tal y como ponen de relieve el propio BID y la consultora Bloomberg New Energy Finance en su Climascopio. Este informe pone de relieve que en 2011 los inversores destinaron cerca de 260.000 millones de dólares a financiar proyectos y tecnologías de energía eólica y solar, biocombustible, eficiencia energética y otras tecnologías y proyectos de energía limpia en todo el mundo. Y sólo 10.000 millones se destinaron a Latinoamérica, cifrra que el BID considera como «muy insuficiente».  ¿Por qué? Porque, entre otros aspectos, se considera que la región puede aportar más de 8.000 megavatios (MW) de nueva capacidad eólica durante los próximos tres años, y  los países de

América Central «están en condiciones de añadir 130 MW de energía geotérmica».
Otras fuentes de energía, como la nuclear (que constiuye el 3% de la energía eléctrica en Latinoamérica) también podrían ofrecer oportunidades, pero más a largo plazo. La indefinición de los países tras la crisis japonesa de Fukushima ha ralentizado planes de construcción de nuevas centrales en países como Brasil, México y Argentina. Sin embargo, basta recordar que Brasil es el sexto productor de uranio del mundo para entender que esa indefinición podría no ser eterna.

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